L a obra de Luís de Morales, de meticulosidad y detallismo propios de la pintura flamenca, se caracteriza por la atmósfera atormentada en la que viven sus melancólicos personajes, de los que se desprende una intensa vida interior. Entre su produción encontramos telas que albergan citas y datos de erudicción letrada, fruto de el trato con clientes ilustrados. En vida obtuvo gran éxito llegando, algunas de sus obras, a ser adquiridas por Felipe II. La enorme producción fue posible gracias a un nutrido taller responsable de muchas copias de el maestro pacense, abierto hacia el 1538, en un momento de ebulición artística tanto en el ámbito eclesial como civil en Extremadura.

El título de este cuadro, proviene de la frase latina “Ecce Homo”, que se traduce como “Este es el hombre” usada por Poncio Pilatos al presentar a Cristo al Pueblo para ser juzgado. Luís de Morales, nos presenta la figura de Cristo sobre fondo negro, con las manos atadas, sosteniendo la vara de cáñamo y coronado con espinas, resaltando su resignación frente al calvario. Próximo a este lienzo, nos encontramos otra representación de el Ecce Homo llevada cabo por Juan Correa de Vivar > . Aunque ambas obras responden a una misma temática, sus formulaciones son muy diferentes. Mientras que Luís de Morales se centra exclusivamente en la figura de Cristo, Juan Correa de Vivar expone una escena narrativa, colmada de figuras, donde encontramos algunos anacronismos al representarse a los soldados segun las costumbres del siglo XVI, lo que podría deberse a la influencia de las representaciones de el teatro religioso del momento, en el que se recreaban las escenas bíblicas con ropajes contemporaneos.